Cada vez somos más urbanos, pasamos más tiempo encerrados entre cuatro paredes y absorbidos por cualquiera de las múltiples pantallas que nos rodean. Sin darnos cuenta, vamos alejándonos de la Naturaleza y esto tiene consecuencias en nuestras vidas, sobre todo en los niños.

Hoy te quiero hablar de una dolencia que podemos sufrir muchos de nosotros sin darnos cuenta. Pero no te preocupes, voy a ofrecerte una solución muy sencilla.

Trastorno de Déficit de Naturaleza

Este pasado fin de semana conocimos a una familia que vino a pasar el día en el campo. Y no tendría nada de particular si no fuera por la historia que nos contaron.

Ellos son muy urbanitas, de los que no se han puesto una mochila ni unas botas de senderismo casi en su vida y a los que un bosque les da más inseguridad que satisfacción.

Su hijo es un niño tímido, muy enganchado a la tecnología y muy desconectado de la Naturaleza. No está acostumbrado a salir de paseo, a disfrutar del campo, a evadirse del día a día en un entorno nuevo.

Cuando era pequeñito encadenó muchas enfermedades de tipo respiratorio y sus padres, por miedo a que cogiera frío o que tuviera alguna alergia, no le sacaban a zonas verdes con frecuencia. Luego vieron que esto era un error.

Empezaron a preocuparse cuando notaron en el niño síntomas de ansiedad que le provocaban falta de concentración e irritabilidad. Dieron muchas vueltas buscando el origen de estos comportamientos.

Entonces, una amiga les habló del libro de Richard Louv “Last Child in the Woods” (‘El último niño de los bosques’) en el que se habla del Trastorno de Déficit de Naturaleza. Este libro les hizo cambiar su perspectiva vital y han comenzado a recuperar su relación con el campo.

¿Cómo nos afecta nuestro alejamiento de la Naturaleza?

El pasar tanto tiempo sin contacto con la Naturaleza afecta a nuestra salud mental y física:

· Como no salimos al aire libre, ¡no nos da el sol! Esto parecerá una tontería, pero es una cosa muy seria porque reduce nuestros niveles de vitamina D, fundamentales entre otras cosas para asimilar el calcio de los alimentos.

· Las enfermedades respiratorias, como el asma, se agravan dramáticamente en las ciudades a causa de la contaminación. Siempre es positivo salir a respirar el aire puro de los bosques.

· Nuestra vida acelerada en las ciudades hace que no nos paremos a disfrutar del presente, los días pasan vertiginosamente sin que seamos conscientes de todo lo que hacemos. Esto nos genera frustración, ansiedad y, en el caso de los más pequeños incluso hiperactividad. Es necesario volver a la Naturaleza para recuperar un ritmo lento, para pararse a observar y a escuchar, para tomar conciencia de nosotros mismos.

· El urbanismo desmedido de las ciudades ha reducido los espacios de socialización. Esto nos hace distanciarnos unos de otros y fomenta el individualismo. Por suerte, aún se mantienen en las zonas rurales, donde los niños pueden jugar con más tranquilidad, sin el estrés del tráfico y los ruidos.

· La vida sedentaria está elevando los problemas de obesidad. Caminar al aire libre es fundamental para mantenernos en forma haciendo un buen ejercicio que además nos alimenta el espíritu.

Una fácil solución: ¡hay que salir al campo!

Ya tenemos claro que la Naturaleza es necesaria para un adecuado desarrollo de los más pequeños. En el medio natural los niños pueden explorar, descubrir, recibir innumerables estímulos, despertar su curiosidad… cosas que no pueden ser sustituidas nunca por la tecnología.

Debemos enseñarles a comunicarse con la Naturaleza, dejarlos jugar en libertad y que sean ellos mismos los que sientan esa necesidad de contacto. Este amor les hará ser unos grandes protectores del medio ambiente.

Sé que no todo el mundo puede permitirse pasar el fin de semana en la sierra o salir todos los sábados de excursión. Nos falta tiempo y dinero, aunque ¡pasear por un bosque es de los planes más baratos!

En realidad no es necesario subir a una montaña o perderse por un bosque lejano, es suficiente con pasar tiempo en muchos de los parques frondosos y maravillosos que tenemos en nuestras ciudades. Son lugares cercanos que suponen un respiro al alcance de cualquiera.

Elijas el destino que elijas, hay que aprovecharlo bien: hacer deporte, divertirse en familia o con los amigos, olvidándonos de los teléfonos y de las exigencias que nos imponen las tecnologías.

Recoger hojas, caminar con un palo, trepar por las rocas, meter los pies en un río, escuchar el viento y los pájaros entre las hojas, disfrutar del sol en nuestra piel… Cada una de estas experiencias, que parecen banales y sin importancia, suponen un reseteo en el estrés de nuestro día a día y ¡nos cargan de energía!

Siempre te animo a que encuentres una oportunidad para regalarte esos momentos de paz y de desconexión en la Naturaleza.

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