Tengo la suerte de tener una relación maravillosa con mi madre. Es una artista muy creativa y me ha enseñado a ser perseverante y perfeccionista. A hacer todo desde el cariño y, en definitiva, a sentir pasión por mi trabajo. Escucha pacientemente cada idea loca que se me ocurre y comparte conmigo la ilusión por cada nuevo proyecto. Y aunque critica mi trabajo más que nadie, le encanta lucir mis joyas…
Por eso me fascina la historia, casi mágica, de los Árboles Madre y me alegra mucho poder compartirla contigo.

La unión del Bosque
La profesora canadiense de ecología forestal Suzanne Simard, lleva décadas investigando los Árboles Madre y la compleja relación de comunicación entre los diferentes habitantes del bosque.
Cuando paseamos por un bosque vemos un conjunto de árboles y arbustos compartiendo el espacio. Pero bajo la tierra hay un mundo infinito de conexiones biológicas que les permite comunicarse entre sí y comportarse como un solo organismo. Me emociono al pensar que todos ésos árboles están unidos por la supervivencia del bosque, formando una red cooperativa equiparable a una gran familia.


Los Árboles Madre
Y en el centro de esa gran familia están los Árboles Madre. Son esos árboles a los que te apetece abrazar, los más longevos y robustos del bosque, con una energía especial. Sus largas y ramificadas raíces los conectan con otros cientos de individuos. Esta conexión es posible gracias a una simbiosis, llamada micorriza, entre los hongos y las raíces, de la que dependen todos los bosques.
Los Árboles Madre se encargan de cuidar a los retoños de todas las especies del bosque. Les hacen llegar, a los que más lo necesitan, el agua y los nutrientes como el carbono y el nitrógeno. (Como mi encantadora madre, que todavía me trae la comida al taller cuando sabe que voy a pasar allí todo el día…)
Lo verdaderamente asombroso es que los Árboles Madre también les mandan información a través de señales químicas, para ayudarles a sobrevivir ante los distintos peligros: incendios, plagas, tormentas… transmitiéndoles los conocimientos adquiridos durante su larga vida. Inevitablemente esto me hace pensar en las horas que ha dedicado mi madre a guiarme en todo lo creativo y lo vital. Yo procuro seguir su camino con mis propios hijos.
La sabiduría que se comparte en el bosque hace que se convierta en un ente muy resistente y en continuo aprendizaje. Esto nos hace pensar que existe un tipo de inteligencia que hasta ahora no hemos sabido entender. Por desgracia, también resulta muy vulnerable, ya que los humanos talamos indiscriminadamente los bosques, con sus Árboles Madre, poniendo en peligro todo este sistema tan equilibrado.
Te dejo a continuación un emocionante vídeo en el que Suzanne nos explica más a fondo sus descubrimientos.
¿Habías oído hablar de los Árboles Madre?
Gracias , Marta …
En mi caso ….también los Árboles Padre .
El vídeo , emocionante
Irene
Claro que sí, Irene.
He tenido el mejor regalo del día de la madre, al leer las palabras tan cariñosas y sentidas que he leído de mi hija.
Gracias por ser tan buena persona, cariñosa y atenta con todos.
Siempre es un placer presumir de madre… Gracias a tí.