Una de las formas más sencillas de reconocer un árbol es a través de su hoja. ¿Y qué pasa cuando llega el invierno?

Es común que todos los árboles de hoja caduca nos parezcan iguales, sólo vemos ramas y troncos.

Pero en realidad, el invierno es el momento perfecto para fijarnos en esos pequeños detalles que los diferencian y los hacen únicos.

No te voy a engañar, no es tarea fácil. Si están en su hábitat natural es más sencillo, pero en los parques y jardines hay muchas plantas ornamentales que son más difíciles de identificar por su origen exótico.

Hoy comparto con vosotros cinco claves infalibles para diferenciarlos, tanto en los bosques como en los parques por los que paseamos en nuestro día a día.

¿Te animas con el reto?

Hábitat

Cuando vemos un árbol lo primero que hay que tener en cuenta es su hábitat natural, hay muchos elementos que podemos usar como indicios. Aspectos como la altitud, el suelo, la humedad y las otras plantas que lo acompañan. Ésta será la primera pista.

Restos de hojas

Este truco parece tan obvio que a veces se nos olvida. Lo segundo que hay que hacer es…¡mirar al suelo!

Si estamos en un bosque, seguro que encuentras las hojas y puede que algún resto de los frutos. Esta es una de las pistas claves para identificar el árbol.

En los parques es más complicado porque se suelen limpiar los restos vegetales que van cayendo. Aún así, no está de más echar un vistazo. Nunca se sabe.

Porte y forma de crecer de las ramas

Esta es mi parte favorita y para mí es como un juego.

Cada árbol tiene una manera muy particular de crecer, de extender sus ramas. Y es precisamente en invierno cuando mejor se puede apreciar esta característica. En estos ejemplos es muy fácil de ver:

1. El Ginkgo Biloba tiene el porte de una conífera, creciendo en forma de cono con las ramas finas y rectas que suben en diagonal, como si fuera una raspa de pez. Una vez que lo identificas ya siempre lo podrás reconocer. Me encanta el Ginkgo sin hojas, da la sensación de etéreo, ligero…

2. El Chopo es un árbol que vive en la ribera de los ríos, donde abunda la vegetación. Por eso tiene un crecimiento muy rápido y vertical, buscando la luz del Sol ente la maleza. Esto le da un aspecto de columna estrecha con todas las ramas creciendo hacia arriba.

3. El Roble crece lentamente. Por eso, su tronco y sus ramas principales más gruesas que se van retorciendo y dividiendo en otras cada vez más finas, extendiéndose hacia los lados. Para mí es la imagen del “árbol”.

4. El Sauce llorón es muy fácil de identificar. Todos tenemos en la cabeza su imagen lánguida y delicada. Sus ramas delgadas y fibrosas que caen hasta el suelo como si fuera una fuente, son concluyentes para su reconocimiento.

5. El Fresno tiene una peculiaridad provocada por el ser humano. Es habitual que los fresnos se desmochen en invierno, que se poden las ramas superiores dejando prácticamente solo el tronco. Esto sirve para hacer una copa ancha de ramas finas que ofrecen más sombra y forraje en las dehesas. De esta forma, el fresno tiene un porte muy característico con un tronco grueso lleno de abultamientos, del que salen muchas ramas finas que crecen hacia arriba.

Corteza

Si has seguido todos los pasos anteriores y todavía tienes alguna duda, la corteza de los árboles guarda un gran secreto. 

Cada especie es muy diferente a las demás. Es casi como un carné de identidad.

1. El Abedul tiene una preciosa corteza blanca con nudos oscuros, muy fina y que se desprende en tiras horizontales.

2. La Ceiba, un árbol exótico de zonas templadas, tiene una corteza casi lisa pero plagada de grandes espinas cónicas. El tronco tiende a engrosarse en la parte baja tomando la apariencia de una vasija. Este árbol es inconfundible.

3. El Olmo tiene una corteza muy rugosa de color gris y con grietas verticales que se entrecruzan. Es un poco difícil diferenciarlo de otros árboles porque se parece a otras cortezas. Pero esta me encanta por su textura tan exagerada y no quería dejar de incluirlo en esta lista.

4. El Plátano de paseo tiene una característica corteza que va tomando diferentes tonos de verdes y grises a medida que se desprende, a modo de escamas. Es un árbol muy típico de las avenidas y parques de nuestras ciudades.

5. La corteza del Haya es de un color gris ceniciento  y bastante lisa. Por su alta concentración en taninos se le atribuyen propiedades medicinales.

Frutos en las ramas

Si has llegado hasta aquí y todavía te quedan dudas hay una última pista que es totalmente esclarecedora: el fruto.

Es verdad que la mayoría de los árboles y arbustos de hoja caduca pierden también los restos de frutos. ¡Pero no todos! Hay algunas especies que los mantienen durante el invierno y resulta crucial para su identificación.

1. El Árbol del Amor mantiene durante todo el invierno unos racimos de vainas de color marrón que lo hacen fácilmente reconocible.

2. En el Liquidámbar encontramos, colgando de las ramas, unas vistosas bolas oscuras con espinas. Son unos frutos tan espectaculares  que suelen usarse como adorno en decoraciones florales.

3. El Majuelo pierde sus hojas pero mantiene sus llamativos frutos rojos. Atención porque pueden confundirse con los frutos del Escaramujo, aunque si te fijas verás que son muy diferentes.

4. El Cinamomo es un árbol exótico que es de mis preferidos en invierno por sus frutos. Está adornado con multitud de bolitas amarillas que le dan una apariencia preciosa.

5. El Aliso se reconoce fácilmente por las pequeñas piñas que cuelgan de sus ramas. ¡Están siendo muy inspiradoras para mí!

Y hasta aquí hemos llegado, espero que estas cinco claves te sirvan de ayuda y las utilices en tus paseos.

Como complemento, procura hacerte con una buena guía de árboles o utiliza alguna aplicación de móvil de plantas (de las que pronto hablaremos de ellas en nuestro blog).

Si te vas de excursión o al parque no olvides poner en práctica estos trucos. ¿Te han servido? ¿Tienes tú también algún truco infalible para reconocer los árboles en invierno?